16 de septiembre de 2011

La suerte está echada


Por mucho que leo, no doy crédito. Esa “C” rota, mordida, desgarrada, arrancada, despedazada, dividida, troceada, casi inerte, acompañando a una “A” partida, violada, fraccionada, forzada, vulnerable, impía, como pendiendo de un hilo. Y después, una débil “N”, caída, serpenteante, talada, cardíaca, tortuosa, escéptica, pintarrajeada a brochazos. Hasta aquí mantengo la serenidad, tranquilo, respirando con armonía una falsa paz interior, consciente de la fragilidad de mi cuerpo.
Sin embargo, cuando de repente aparece de nuevo la “C”, esta vez agresiva, atenazadora, virulenta, torturadora, precediendo a esa rígida y esquelética “E”, sesgada, truncada, cadavérica, macabra, dejándome a merced de su sanguinario tridente, que a su vez empuja a una oronda “R”, acribillada, retorcida, horadada, verdugo chulesco que me acompaña hacia el cadalso donde pretende que firme mi propia sentencia de muerte, justo en ese preciso instante es cuando decido defender con valentía mi propia existencia.

FIN

(Cuento presentado en el VI Concurso de Microrrelatos Paréntesis 2011)

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