2 de julio de 2008

Claro de Luna



La noche tocaba a su fin mientras ella seguía observando detenidamente el reflejo de su propia imagen en el espejo, obsesionada en atravesar con su mirada la piel que escondía aquello que tanto la atormentaba.
Se preparó un baño caliente mientras en la radio languidecía el ritmo triste y lento del “Claro de Luna” de Beethoven.
Cuando se envolvió entre las aguas de su bañera, empezó a llorar de nuevo desconsoladamente.
-“¡Tengo tantas cosas por hacer!”, dijo mirando hacía su interior.
El piano deshojaba sus últimas notas cuando ella gritó:
-“¡Dios mío!, ¡Y aún no sé por donde empezar!”
Despuntaba el sol sobre el horizonte urbanizado y la ciudad despertó entre el ritmo lento y cada vez más triste del “Claro de Luna” y la melancolía de un nuevo día.

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